Leer es siempre, de algún modo, un acto colectivo: leemos porque alguien nos enseñó a leer,
porque alguien escribió, porque muchos textos fueron escritos antes por otros, porque esos
textos se han leído muchas veces de diferentes modos y han recorrido largos caminos hasta
llegar a nosotros… porque el lenguaje es de todos y porque la literatura se escribe para ser
leída, aunque estemos solos frente a un texto, estamos siempre en presencia de una
comunidad. La escuela –ese lugar “protegido” donde aprendemos como en ningún otro lugar
la vivencia de lo colectivo– brinda una oportunidad única de leer “en presencia” de otros, en
el maravilloso encuentro con la diversidad.
Castedo, M. y J. Ricardo. (2022, p.4)
Las situaciones en las cuales niñas y niños leen a través de la o el docente ofrecen oportunidades para
que progresen como lectores al interactuar con una persona adulta que se muestra como lector/a
experimentado/a y ejerce prácticas de lectura tales como compartir con otras personas lo leído,
intercambiar impactos y reflexiones, releer para responder a distintos propósitos… A pesar de no
enfrentarse de manera directa con los textos, en estas situaciones niñas y niños tienen oportunidades
de advertir algunas estrategias lectoras que podrán emplear cuando intenten leer por sí mismos. Por
ejemplo, darse cuenta que expresiones clásicas como “Había una vez” pueden hallarse al inicio de los
cuentos tradicionales y no al final o identificar otras que se reiteran a lo largo de toda la historia, por
ejemplo, “Soplaré, soplaré y tu casa derribaré”. Las niñas y los niños aprenden, a través de la lectura de
la o el docente a esperar cierto lenguaje y no otro, cierto tipo de construcciones, ciertas palabras en
cierto lugar del texto.
Dejo un enlace para leer más al respecto:
https://drive.google.com/file/d/1X8lDrepza1xYY2Tg4a9jHt1Wgx2BVpD_/view